1. Calidad Musical: El canto debe ser bello artísticamente hablando, de mucha calidad musical. Esto no significa que debe ser complicado, con muchos acordes y arreglos y difícil de entonar. En la Eucaristía no se está en un concierto, sin embargo lo bello ayuda a la fe y nos acerca a Dios que es la Belleza pura y Perfección. Cuando la calidad del canto no es buena se empobrece la celebración, por lo tanto la asamblea tiende a distraerse. La música y el canto deben tener arte, que sean bellos y artísticamente dignos, pues están al servicio de la Liturgia.
Evaluar la dignidad del canto litúrgico es difícil y no depende de los gustos personales del músico, sino de la composición misma de la pieza. El canto debe tener la inspiración de una melodía clara, no rebuscada, relativamente sencilla, pero digna, y que exprese bien lo que dice la letra; a esto se tiene que añadir un ritmo adecuado y una armonización instrumental y/o vocal conveniente.
En la actualidad en la diócesis de Barranquilla proliferan los teclados electrónicos marca Yamaha y Casio, y por sus características tecnológicas se les responsabiliza la parte acompañante tocando unas melodías comunes y comerciales. En muchas Unidades Pastorales se utilizan las mismas introducciones, los mismos ritmos, los mismos finales, es lo mismo que si se cantara con un disco, volviéndose el canto de la celebración aburrido; se podría decir. …Dime que teclado tienes y te diré como tocas… el músico no se prepara para hacer un buen uso del teclado, ya no toca sino que programa unos ritmos y pasa los dedos por el instrumento, este tipo de música no posee calidad musical, y no es por el instrumento, sino por la manera como se utiliza.
La Iglesia no rechaza ningún tipo de instrumento ni música, pero la seleccionada debe tener calidad porque se va a dirigir al Dios Altísimo. Con el teclado electrónico un buen instrumentista podría tocar el corazón de los fieles –durante la procesión de ofrendas- preparándoles para contemplar el misterio que va a suceder en la Liturgia Eucarística.
2. No aires profanos: El canto litúrgico no ha de tener el mismo aire que los profanos (ritmos, cadencias, melodías), puesto a que la música profana ha sido compuesta con otra finalidad y para otros ambientes. La música de la Iglesia es diferente, así como lo es la música de carnaval, la militar, la del cine, entre otras. La música litúrgica ha de ser original en música, no debe traer al oyente reminiscencias de otras canciones y melodías. Si alguien escucha en la Eucaristía en el Santo la introducción de la última canción de Eddy Herrera, no hará más que acordarse de la persona con quien bailó la noche anterior y se saldrá totalmente de la celebración. Por lo anterior tampoco ha de plagiarse música para colocarle letra religiosa.
Tengamos en cuenta, si la música es buena, con un ritmo apropiado y una melodía agradable, mucho mejor, nos ayudará más; pero no hace falta que sea parecida al canto de moda ni se parezca a la música de consumo y comercial.
3. Calidad del Texto: Hay dos tipos de canciones en la Eucaristía, las que tienen texto invariable y las que no. Las primeras tienen texto fijo y se encuentra escrito en el Misal Romano; las segundas poseen textos propios dependiendo de la Fiesta específica que se celebre y del Tiempo Litúrgico. Este criterio se refiere a las segundas canciones en mención puesto que las primeras poseen una estructura en cuanto al texto que no se puede alterar ni cambiar.
El lenguaje con que se expresa la fe ha cambiado, especialmente después del Concilio Vaticano II. En la actualidad puede ser que algunas letras de canciones hayan quedado desfasadas y no porque haya cambiado la moda, sino porque la teología y la sensibilidad eclesial han cambiado para adaptarse a los nuevos tiempos. Los textos deben tener calidad literaria, deben ayudar a expresar la fe, no confundirla. Las palabras del canto deben conducirnos al misterio que se está celebrando y deben expresar nuestra fe católica no vagamente sino con propiedad y claridad. Dependiendo de que digamos de Cristo, o de la Virgen estamos reflejando una sensibilidad teológica u otra. La mejor inspiración para el texto es la Biblia y la liturgia, son la fuente más equilibrada, accesible y universal.
4. Adaptación al momento celebrativo: Se debe tener en cuenta que los cantos deben estar íntimamente unidos a la acción litúrgica, de esta manera lo ha expresado la Sacrosanctum Concilium: El equipo de música debe comprender que cada parte de la celebración tiene su finalidad y requiere de actitudes diferentes de la comunidad. No es lo mismo el canto de Entrada que el de Cordero, el primero debe invitar a los fieles a unificar intenciones, a crear conciencia de comunidad celebrante, a convencerlas de la presencia de Jesús en la comunidad reunida, a prepararlas para participar en el Misterio que se va a celebrar, etc; por lo tanto el texto, la música y el ritmo deben apoyar todo esto. Por el contrario el canto de cordero, es meditativo, es de súplica, es de reconocimiento al Señor que se ha hecho Carne y Sangre para darse como alimento a cada uno de nosotros, la música debe ayudar a la asamblea a vivir este momento que es diferente al de la Entrada. Un canto coherente con el momento de la celebración nos ayuda, y un canto que no lo sea, nos distrae.
5. Adaptación al Tiempo Litúrgico y a la Fiesta: Los cantos deben hablarle a la asamblea el tiempo litúrgico en que se encuentra la Iglesia, desde el canto de Entrada se debe saber si estamos en Adviento, Navidad, Cuaresma, etc. El canto asi como el color de los ornamentos identifica el Tiempo Litúrgico. La música y el ritmo también deben expresar esto. Por ejemplo, en el canto del Santo, este tiene estructura fija que no se debe cambiar, por lo tanto lo que se adapta al Tiempo litúrgico es la música, ritmos y melodía. En Pascua este canto será más desbordante y festivo, en cuaresma será más comedido y pausado.
6. Adaptación a la comunidad concreta que celebra: El repertorio de los cantos debe adaptarse a la comunidad específica que celebra. No es lo mismo los cantos en una Eucaristía con niños a una con religiosos (as) o una con adultos a una con jóvenes; o lo más frecuente en nuestras Unidades Pastorales: la comunidad heterogénea. Si la misa es con niños, se deben escoger cantos que por su edad y comprensión puedan entonar. De igual manera con los jóvenes y con los adultos. El problema mayor se presenta cuando la asamblea es multiforme en edad, debe haber un equilibrio en los cantos para que TODOS puedan entonarlos con gozo y facilidad.
No es conveniente tampoco tomar un canto tradicional para “rejuvenecerlo” con el ritmo, porque la comunidad, conocedora de la usual del canto, seguramente se confundirá y/o enmudecerá.
7. Adaptación a la propia cultura: Se debe tener en cuenta la sensibilidad musical de una región y/o pais para componer y escoger los cantos. La salvación de Dios se ha encarnado en las diferentes culturas adoptando su lengua y purificando su arte y su música. En nuestras Unidades Pastorales es frecuente el uso de ritmos extranjeros (salsa, rock, merengue, entre otros). Los compositores parecen haber olvidado la cumbia, que por cierto es lenta y pausada, no a toda velocidad, el bullerengue, el chandé, la tambora, ritmos del interior como el pasillo, bambuco, o de la otra costa como el Bunde y la Contradanza. En todo debe haber un equilibrio y en este aspecto “Adaptación a la propia cultura”, se debe tener muy presente el de “Adaptación al momento celebrativo”. Una cumbia lenta en tono menor, con una melodía melancólica sería muy apropiada para el canto de Piedad y Cordero en Tiempo Ordinario; una en tono mayor y con una melodía más festiva para Pascua y Navidad, reservando para la Cuaresma y el Adviento los ritmos moderados o incursionando en el gregoriano, que es la música oficial de nuestra Iglesia Católica. Adaptar a la propia cultura no significa llenar todo de Vallenato, Puya y Son, sino permitir que el canto exprese el sentir musical de la región.
8. Proporción de los cantos en el conjunto de la celebración: Debe haber equilibrio, no se debe cantar todo lo cantable, ni recargar de cantos una parte de la celebración y enmudecer la otra. Debe haber proporción ente los cantos nuevos y los antiguos, sino la asamblea quedará silenciada. Recordar siempre que se cantan más a gusto los cantos que ya se saben. Equilibrio en aquellos cantos en los que interviene el Equipo de Música y aquellos en los que la asamblea tiene su protagonismo. El coro apoya a la asamblea, a veces alterna con ella, es bueno mantener esta proporción. Proporción entre las diferentes formas musicales del canto, no todo debe ser cantado en forma directa (todos cantan todo), existe también la forma litánica (pregunta-respuesta), los himnos estróficos, etc. Proporción en el uso de los instrumentos, no siempre deben tocarse, o tocarse todos, se pueden dejar momentos en que las voces resuenen sin acompañamiento en el Templo.
9. Solemnización progresiva: No es bueno cantar todo lo cantable, por medio del canto se puede también establecer una diferencia entre una Misa Diaria, una Solemne, una misa Dominical y una Fiesta. Los días más solemnes habrá que elegir cantos más festivos; la misa diaria o de Feria debe diferenciarse de la del Domingo.